17. Resurrección de Lázaro
Desde su residencia habitual ,las hermanas de Lázaro enviaron un mensajero a Jesús para comunicarle que aquel estaba enfermo. Y Jesús fue a Betania; más cuando llegó allí, hacía ya cuatro días que Lázaro estaba sepultado. Marta, en cuanto se enteró de que venía Jesús, salió a su encuentro, y le dijo: "Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no hubiera muerto. Mas ahora también sé que todo lo que pidieses a Dios, Dios te lo concederá". Afirmó Jesús; "Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en Mí, aunque hubiere muerto, vivirá; y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá nunca jamás". También María, llorando, se postró a los pies del Maestro, el cual, viéndola llorar, y viendo que también lloraban los judíos que habían venido con ella, se conmovió profundamente. Después fue acompañado Jesús al sepulcro de Lázaro; al llegar allí, de nuevo se enterneció y lloró. Consistía el sepulcro en una gruta tapada con una losa. Jesús mandó quitarla. "Señor, ya hiede, replicó Marta, pues hace ya cuatro días que está enterrado". Pero quitaron la piedra. Entonces, después de dar gracias a Dios Padre, Jesús esforzó la voz y dijo: "¡Lázaro, ven afuera!" Al mismo instante salió el que había estado muerto, atados los pies y las manos con vendas, y cubierto el rostro con un sudario. Algunos de los judíos que habían sido testigos de este milagro, contaron a los fariseos lo que Jesús había hecho. Estos al punto juntaron consejo con los Pontífices y decretaron darle la muerte.