15. Jesús anda sobre el mar
Un milagro tan ruidoso como el de la multiplicación de los panes debía tener ruidosas consecuencias, y se habrían seguido sin duda, si Jesús no las hubiera impedido. Admirada de tan extraordinario prodigio, aquella multitud de hombres quiso llevar consigo a Jesús a Jerusalén para proclamarle rey. Cuando Jesús lo advirtió, mandó a sus discípulos que entrasen en la barca para que fuesen antes que Él a Bersaida, mientras Él huía al monte, donde pasó la noche solo, orando. En este tiempo iban los apóstoles navegando con bastante trabajo porque se había levantado un viento contrario. El mar alborotábase y la barquilla era combatida por las olas. Y después de remar todos por más de diez horas, se hallaron al venir el día como una legua distantes del embarcadero. Jesús les veía trabajar al timón y al remo, y después de haberles dejado pelear sin que se quejasen ni desmayasen, trató de sacarles del peligro. Bajó Jesús al mar, y caminando por sobre las olas acercose a la barca. Cuando los apóstoles le vieron creyeron que era un fantasma y gritaron de miedo. Jesús les habló diciendo: "No temáis; soy yo". Respondiéndole Pedro, dijo: "Señor, si sois Vos, mandadme venir a Vos sobre las aguas". Díjole el Señor: "Ven". Y Pedro bajando de la barca, andaba sobre el agua. Mas, de pronto, tuvo miedo; y como empezara a hundirse dio voces, diciendo: "¡Señor, sálvame!" Enseguida Jesús extendiendo la mano paseo de él, y le dijo: "¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?".