10. Las bodas de Caná
Con este episodio acaba el periodo preparatorio de la predicación de Jesús. Revelado como hijo de Dios en su bautismo, triunfante del diablo en sus tentaciones, reconocido por sus cinco primeros discípulos como el Mesías, quiso Jesús dar definitiva prueba de la divinidad de su misión con el prodigioso milagro realizado en las bodas de Caná de Galilea.
Había sido invitada a estas bodas la Virgen María; y fue también convidado a ellas Jesús con sus discípulos. Y como llegase a faltar el vino, dijo a Jesús su madre:
"No tienen vino Jesús"
Le respondió:
"Mujer, que nos va a mí y a ti? Aún no es llegar a mi hora".
María comprendió que su Hijo iba a remediar la necesidad; por esto dijo a los que servían:
"Haced lo que Él os diga".
Había allí seis vasijas de piedra destinadas a la purificación de los judíos y Jesús les dijo:
"LLenad las vasijas de agua"
Las llenaron hasta el borde. Dispuso entonces Jesús que llenase en un vaso de agua que acababan de echar a las vasijas y lo llevasen al director del convite para que la gustara. El milagro fue instantáneo y a la sola voluntad de Jesús. Cuando el director del convite, que ignoraba lo acaecido, hubo probado el agua, que había sido convertida en vino, llamó al esposo y le dijo:
"Todos ponen al principio buen vino y después que se ha bebido de él lo bastante, sirve en el flojo; más tú has reservado el buen vino para el fin".
Así dio principio Jesús a sus milagros confirmando la fe de sus discípulos en Él.