Así que hubo pasado los cuarenta días en el desierto, Jesús se dirigió otra vez a las orillas del Jordán, donde Juan seguía bautizando. El cual, viéndole pasar, dijo:
"¡He aquí el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo!"
Al punto dos de los discípulos de Juan siguieron a Jesús. Viendo el Divino Maestro que le seguían les preguntó:
"¿Qué buscáis"
Ellos le dijeron:
"Maestro, ¿dónde habitas?"
Respondió Jesús:
"Venid y vedlo".
Fueron, pues, con Él y le acompañaron durante todo aquel día. La conversación entre Jesús y los dos primeros discípulos, que eran Andrés y Juan, fue eficacísima. Cuando Andrés encontró a su hermano Simón, le explicó:
"Hemos hallado al Mesías, al Cristo".
Y le condujo a Jesús. Y Jesús, mirándole, exclamó:
"Tú eres Simón, hijo de Jonás: tú serás llamado Cefas que quiere decir Pedro o piedra".
El día siguiente. quiso ir Jesús a Galilea. y halló a Felipe. a quien dijo:
"Sígueme"
Felipe obedeció; y a no tardar acompañó también a su amigo Natanael (probablemente el llamado de otro nombre Bartolomé) a la presencia de Jesús, el cual, al ver llegar al nuevo discípulo, manifestó:
"He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño".
Natanael exclamó:
"¿De dónde me conoces?"
Rreplicó Jesús:
"Antes de que Felipe te llamara, te vi cuando estabas debajo de la higuera".
"Maestro, exclamó de nuevo Natanael, ¡tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el rey de Israel!"
Jesús le dijo:
"¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera; crees? Cosas mayores has de ver todavía".