San Juan Bautista ,profeta destinado a preparar el camino del Mesías, pasó su juventud en los desiertos, practicando la vida austera de penitente.
Después, por revelación especial de Dios, empezó su predicación y recorrió la ribera del Jordán, anunciando el bautismo de penitencia para el perdón de los pecados.
El bautismo de Juan no borraba el pecado original ni perdonaba, como el sacramento de la Penitencia, los pecados personales: no era más que un símbolo exterior ,que representaba el cambio de vida y la limpieza de corazón a que les exhortaba al predicarles la penitencia.
Muchedumbre de habitantes de Judea venían al Jordán a recibir el bautismo, y reconocían sus pecados. Y, desde Nazaret de Galilea, vino también allí Jesús, para ser bautizado por Juan. Este se resistía diciendo:
"¡Cómo! Yo debo ser bautizado por Vos; y ¿Vos venís a mí para que os bautice?"
A lo que Jesús respondió:
"Deja ahor,a porque así conviene que cumplamos toda justicia"
Juan entonces obedeció, y Jesús se metió en el Jordán para recibir el bautismo. Luego que Jesús salió del agua, se puso a orar con fervor, encomendando al Padre lo que su bautismo significaba. De repente se abrieron los cielos y el Espíritu Santo bajó visiblemente en forma de paloma y se posó sobre Él. En tanto, oyóse una voz del cielo que decía:
"Este es mi Hijo el amado, en quien tengo puesta toda mi complacencia".
Sobre la edad que pudiera tener el Salvador al tiempo de su bautismo, aunque no se puede precisar de los datos de los Evangelios, se puede asegurar que estaba para cumplir los treinta años.