3. La adoración de los pastores
Apenas nacido Jesús, un Ángel del Señor apareció a unos pastores que en los contornos de Belén velaban y hacían centinela de noche sobre su ganado. Cercolos con su resplandor una luz celestial, que les llenó de grande espanto. Y el Ángel les dijo:
"No temáis nada, porque mirad que os anuncio una gran nueva, que llenará de gozo a todo el pueblo. Y es que hoy ha nacido en la ciudad de David, El Salvador, que es el Cristo Señor. Y he aquí la señal porque le conoceréis: hallareis un Niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre".
Y súbitamente se unieron al Ángel multitud de espíritus celestiales que cantaban las alabanzas del Señor diciendo:
"Gloria a Dios en lo más alto de los cielos y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad"
Y luego que se alejaron de ellos los coros angélicos para volar al cielo, decían entre sí los pastores:
"Vamos hasta Belén y veamos este suceso prodigioso que acaba de suceder y que el Señor nos ha hecho anunciar".
Y dándose prisa fueron y hallaron a María y José y al Niño reclinado en el pesebre. Y viéndole reconocieron la verdad de las palabras del Ángel, y entendieron cuanto se les había dicho de este Niño.
Glorificando y alabando a Dios los pastores se volvieron y llenos de un santo alborozo contaban a todos los que querían oírlo las maravillas de que habían sido testigos.