1 de diciembre de 1772
Guillermo, ese hombre de que te he hablado, ese desdichado feliz, tenía un empleo en casa del padre de Carlota, y una desgraciada pasión que concibió por ella... ¡por ella! pasión que ocultó mucho tiempo, y que al fin se descubrió, le hizo perder su destino. Este ha sido el origen de su locura. Estas pocas palabras, llenas de sequedad, pueden hacerte comprender lo que esta historia me habrá trastornado, cuando Alberto me la refirió con tanta frialdad cotillo acaso vas tú a leerla.