8 de febrero de 1772
Hace una semana que el tiempo no puede ser peor, y me alegro de ello, porque desde que estoy aquí no he logrado ver un día bueno sin que algún importuno me lo estropee o me lo robe. Al menos, cuando llueve de firme, cuando nieva, cuando hiela o deshiela, me digo a mí mismo:—"Mejor estoy en casa que fuera"; pero si amanece con sol, si todo pronostica un buen día, nunca dejo de exclamar:— "He aquí un favor del cielo que podemos usurparnos unos a otros." No hay nada que los hombres no se quiten sin escrúpulos: salud, reputación, alegría, reposo. Por supuesto, casi siempre con la sonrisa en la boca, y, según ellos dicen, con las mejores intenciones. Algunas veces quisiera suplicarles que no se desgarrasen tan despiadadamente las entrañas.