8 de enero de 1772
¡Qué pobres son los que dedican toda su alma a los cumplimientos, y cuya única ambición es ocupar la silla más visible de la mesa! Se entregan con tanto ahinco a estas tonterías, que no tienen tiempo para pensar en las cosas verdaderamente importantes. Una de tantas estupideces nos aguó, la semana última, toda una fiesta.
¡Necios! No ven que el lugar no significa nada, y que el que ocupa el primer puesto representa muy pocas veces el primer papel. ¡Cuántos reyes están gobernados por sus ministros! ¡Cuántos ministros por sus secretarios! ¿Y quién es el primero? Yo creo que aquel cuyo ingenio domina al de los demás, y que por su carácter y su destreza convierte las fuerzas y las pasiones ajenas en instrumentos de sus deseos.