21 de agosto de 1771
Al sacudir por las montañas el yugo de una pesadilla, en vano tiendo los brazos hacia ella; en vano la busco por la noche en mi lecho, cuando un sueño feliz y sencillo me hace creer que estoy en el campo, sentado a su lado, estrechando su mano, y llenándosela de besos. ¡Ah! cuando todavía embriagado por el sueño busco esa mano y me despierto, un torrente de lágrimas brota de mi corazón oprimido, y lloro sin consuelo, pensando en un sombrío porvenir.