No quiso leer más aquel diario de obsesión. ¿Para qué? Estaba sorprendido, desconcertado, pero seguía creyendo que en realidad no había fracasado en su empeño. Conocía ahora quién fue quien empujó a la víctima.
En realidad, aquel suicida había sido asesinado por el mar. El manuscrito le había dado la clave del misterio que perseguía.