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Santa Teresa de Jesús

SANTA TERESA DE JESÚS

"El libro de la vida"

Capítulo 21

  CAPÍTULOS:

Biografía de Santa Teresa de Jesús en Wikipedia 

SANTA TERESA DE JESÚS

 

EL LIBRO DE LA VIDA

Cap. 21

 
OBRAS DE SANTA TERESA DE JESÚS

PROSA

El libro de la vida

Camino de perfección

Las moradas

POESÍA

A la profesión de Isabel de los Angeles

Alma, buscarte has en mí

Al nacimiento de Jesús

A San andrés

A Santa Catalina mártir

A una profesa

Ayes del destierro

Coloquio amoroso

Cruz, descanso sabroso

En la cruz está la vida

En la festividad de los santos reyes

Nada te turbe

¡Oh hermosura que excedéis!

Para navidad

Pastores que veláis

Sobre aquellas palabras "Dilectus meus mihi"

Soneto a Jesús crucificado

Vivo sin vivir en mí

Vuestra soy, para vos nací

 

OTROS AUTORES

San Agustín

San Juan de la Cruz

Sor Juana Inés de la Cruz

Miguel de Unamuno

 
 
Capítulo 21

Prosigue y acaba este postrer grado de oración. * Dice lo que siente el alma que está en él de tornar a vivir en el mundo, y de la luz que la da el Señor de los engaños de él. Tiene buena doctrina.

 

1. Pues acabando en lo que iba (1), digo que no ha menester aquí consentimiento de esta alma; ya se le tiene dado, y sabe que con voluntad se entregó en sus manos y que no le puede engañar, porque es sabedor de todo. No es como acá, que está toda la vida llena de engaños y dobleces: cuando pensáis tenéis una voluntad ganada, según lo que os muestra, venís a entender que todo es mentira. No hay ya quien viva en tanto tráfago, en especial si hay algún poco de interés.

¡Bienaventurada alma que la trae el Señor a entender verdades! (2) ¡Oh, qué estado éste para los reyes! ¡Cómo les valdría mucho más procurarle, que no gran señorío! ¡Qué rectitud habría en el reino! ¡Qué de males se excusarían y habrían excusado! Aquí no se teme perder vida ni honra por amor de Dios. ¡Qué gran bien éste para quien está más obligado a mirar la honra del Señor, que todos los que son menos, pues han de ser los reyes a quien sigan! Por un punto de aumento en la fe y de haber dado luz en algo a los herejes, perdería mil reinos, y con razón. Otro ganar es. Un reino que no se acaba. Que con sola una gota que gusta un alma de esta agua de él, parece asco todo lo de acá. Pues cuando fuere estar engolfada en todo (3) ¿qué será?

2. ¡Oh Señor! Si me dierais estado para decir a voces esto (4), no me creyeran, como hacen a muchos que lo saben decir de otra suerte que yo; mas al menos satisficiérame yo. Paréceme que tuviera en poco la vida por dar a entender una sola verdad de éstas; no sé después lo que hiciera, que no hay que fiar de mí. Con ser la que soy, me dan grandes ímpetus por decir esto a los que mandan, que me deshacen (5). De que no puedo más, tórnome a Vos, Señor mío, a pediros remedio para todo; y bien sabéis Vos que muy de buena gana me desposeería yo de las mercedes que me habéis hecho, con quedar en estado que no os ofendiese, y se las daría a los reyes; porque sé que sería imposible consentir cosas que ahora se consienten, ni dejar de haber grandísimos bienes (6).

3. ¡Oh Dios mío! Dadles a entender a lo que están obligados, pues los quisisteis Vos señalar en la tierra de manera, que aun he oído decir hay señales en el cielo cuando lleváis a alguno (7). Que, cierto, cuando pienso esto, me hace devoción que queráis Vos, Rey mío, que hasta en esto entiendan os han de imitar en vida, pues en alguna manera hay señal en el cielo, como cuando moristeis Vos, en su muerte.

4. Mucho me atrevo. Rómpalo vuestra merced (8) si mal le parece, y crea se lo diría mejor en presencia, si pudiese o pensase me han de creer, porque los encomiendo a Dios mucho, y querría me aprovechase. Todo lo hace aventurar la vida, que deseo muchas veces estar sin ella, y era por poco precio aventurar a ganar mucho. Porque no hay ya quien viva, viendo por vista de ojos el gran engaño en que andamos y la ceguedad que traemos.

5. Llegada un alma aquí, no es sólo deseos los que tiene por Dios; Su Majestad la da fuerzas para ponerlos por obra. No se le pone cosa delante, en que piense le sirve, a que no se abalance; y no hace nada, porque como digo (9) ve claro que no es todo nada, sino contentar a Dios. El trabajo es que no hay qué se ofrezca a las que son de tan poco provecho como yo. Sed Vos, Bien mío, servido venga algún tiempo en que yo pueda pagar algún cornado (10) de lo mucho que os debo. Ordenad Vos, Señor, como fuereis servido, cómo esta vuestra sierva os sirva en algo. Mujeres eran otras y han hecho cosas heroicas por amor de Vos (11). Yo no soy para más de parlar, y así no queréis Vos, Dios mío, ponerme en obras. Todo se va en palabras y deseos cuanto he de servir, y aun para esto no tengo libertad, porque por ventura faltara en todo. Fortaleced Vos mi alma y disponedla primero, Bien de todos los bienes y Jesús mío, y ordenad luego modos cómo haga algo por Vos, que no hay ya quien sufra recibir tanto y no pagar nada. Cueste lo que costare, Señor, no queráis que vaya delante de Vos tan vacías las manos, pues conforme a las obras se ha de dar el premio. Aquí está mi vida, aquí está mi honra y mi voluntad; todo os lo he dado, vuestra soy, disponed de mí conforme a la vuestra. Bien veo yo, mi Señor, lo poco que puedo; mas llegada a Vos, subida en esta atalaya adonde se ven verdades, no os apartando de mí, todo lo podré; que si os apartáis, por poco que sea, iré adonde estaba, que era al infierno.

6. ¡Oh, qué es un alma que se ve aquí, haber de tornar a tratar con todos, a mirar y ver esta farsa de esta vida tan mal concertada, a gastar el tiempo en cumplir con el cuerpo, durmiendo y comiendo! Todo la cansa, no sabe cómo huir, vese encadenada y presa. Entonces siente más verdaderamente el cautiverio que traemos con los cuerpos, y la miseria de la vida. Conoce la razón que tenía San Pablo de suplicar a Dios le librase de ella (12). Da voces con él. Pide a Dios libertad, como otras veces he dicho; (13) mas aquí es con tan gran ímpetu muchas veces, que parece se quiere salir el alma del cuerpo a buscar esta libertad, ya que no la sacan. Anda como vendida en tierra ajena, y lo que más la fatiga es no hallar muchos que se quejen con ella y pidan esto, sino lo más ordinario es desear vivir. ¡Oh, si no estuviésemos asidos a nada ni tuviésemos puesto nuestro contento en cosa de la tierra, cómo la pena que nos daría vivir siempre sin él templaría el miedo de la muerte con el deseo de gozar de la vida verdadera!

7. Considero algunas veces cuando una como yo, por haberme el Señor dado esta luz, con tan tibia caridad y tan incierto el descanso verdadero por no lo haber merecido mis obras, siento tanto verme en este destierro muchas veces, ¿qué sería el sentimiento de los santos? ¿Qué debía de pasar San Pablo y la Magdalena y otros semejantes, en quien tan crecido estaba este fuego de amor de Dios? Debía ser un continuo martirio.

Paréceme que quien me da algún alivio y con quien descanso de tratar, son las personas que hallo de estos deseos; digo deseos con obras; digo con obras, porque hay algunas personas que, a su parecer, están desasidas, y así lo publican y había ello de ser, pues su estado lo pide y los muchos años que ha que algunas han comenzado camino de perfección, mas conoce bien esta alma desde muy lejos los que lo son de palabras, o los que ya estas palabras han confirmado con obras; porque tiene entendido el poco provecho que hacen los unos y el mucho los otros, y es cosa que a quien tiene experiencia lo ve muy claramente.

8. Pues dicho ya estos efectos que hacen los arrobamientos que son de espíritu de Dios... (14), verdad es que hay más o menos. Digo menos, porque a los principios, aunque hace estos efectos, no están experimentados con obras, y no se puede así entender que los tiene. Y también va creciendo la perfección y procurando no haya memoria de telaraña (15), y esto requiere algún tiempo. Y mientras más crece el amor y humildad en el alma, mayor olor dan de sí estas flores de virtudes, para sí y para los otros.

Verdad es que de manera puede obrar el Señor en el alma en un rapto de estos, que quede poco que trabajar al alma en adquirir perfección, porque no podrá nadie creer, si no lo experimenta, lo que el Señor la da aquí, que no hay diligencia nuestra que a esto llegue, a mi parecer. No digo que con el favor del Señor, ayudándose muchos años, por los términos que escriben los que han escrito de oración, principios y medios, no llegarán a la perfección y desasimiento mucho con hartos trabajos; (16) mas no en tan breve tiempo como, sin ninguno nuestro, obra el Señor aquí y determinadamente saca el alma de la tierra y le da señorío sobre lo que hay en ella, aunque en esta alma no haya más merecimientos que había en la mía, que no lo puedo más encarecer, porque era casi ninguno.

9. El por qué lo hace Su Majestad (17), es porque quiere, y como quiere hácelo, y aunque no haya en ella disposición, la dispone para recibir el bien que Su Majestad le da (18). Así que no todas veces los da porque se lo han merecido en granjear bien el huerto aunque es muy cierto a quien esto hace bien y procura desasirse, no dejar de regalarle, sino que es su voluntad mostrar su grandeza algunas veces en la tierra que es más ruin, como tengo dicho (19), y dispónela para todo bien, de manera que parece no es ya parte (20) en cierta manera para tornar a vivir en las ofensas de Dios que solía. Tiene el pensamiento tan habituado a entender lo que es verdadera verdad, que todo lo demás le parece juego de niños. Ríese entre sí algunas veces cuando ve a personas graves de oración y religión hacer mucho caso de unos puntos de honra que esta alma tiene ya debajo de los pies. Dicen que es discreción y autoridad de su estado para más aprovechar. Sabe ella muy bien que aprovecharía más en un día que pospusiese aquella autoridad de estado por amor de Dios, que con ella en diez años.

10. Así vive vida trabajosa y con siempre cruz (21), mas va en gran crecimiento. Cuando parece a los que la tratan, están muy en la cumbre. Desde a poco están muy más mejoradas, porque siempre las va favoreciendo más Dios. Es alma suya. Es El que la tiene ya a cargo, y así le luce. Porque parece asistentemente (22) la está siempre guardando para que no le ofenda, y favoreciendo y despertando para que le sirva.

En llegando mi alma a que Dios la hiciese esta tan gran merced, cesaron mis males y me dio el Señor fortaleza para salir de ellos, y no me hacía más estar en las ocasiones y con gente que me solía distraer, que si no estuviera, antes me ayudaba lo que me solía dañar. Todo me era medios para conocer más a Dios y amarle y ver lo que le debía y pesarme de la que había sido.

11. Bien entendía yo no venía aquello de mí ni lo había ganado con mi diligencia, que aún no había habido tiempo para ello. Su Majestad me había dado fortaleza para ello por su sola bondad.

Hasta ahora, desde que me comenzó el Señor a hacer esta merced de estos arrobamientos, siempre ha ido creciendo esta fortaleza, y por su bondad me ha tenido de su mano para no tornar atrás. Ni me parece, como es así, hago nada casi de mi parte, sino que entiendo claro el Señor es el que obra.

Y por esto me parece que a almas que el Señor hace estas mercedes que, yendo con humildad y temor, siempre entendiendo el mismo Señor lo hace y nosotros casi nonada, que se podía poner entre cualquiera gente; aunque sea más distraída y viciosa, no le hará al caso, ni moverá en nada; antes, como he dicho (23), le ayudará y serle ha modo para sacar muy mayor aprovechamiento. Son ya almas fuertes que escoge el Señor para aprovechar a otras; aunque esta fortaleza no viene de sí. De poco en poco, en llegando el Señor aquí un alma, le va comunicando muy grandes secretos.

12. Aquí son las verdaderas revelaciones en este éxtasis y las grandes mercedes y visiones, y todo aprovecha para humillar y fortalecer el alma y que tenga en menos las cosas de esta vida y conozca más claro las grandezas del premio que el Señor tiene aparejado a los que le sirven.

Plega a Su Majestad sea alguna parte (24) la grandísima largueza que con esta miserable pecadora ha tenido, para que se esfuercen y animen los que esto leyeren a dejarlo todo del todo por Dios. Pues tan cumplidamente paga Su Majestad, que aun en esta vida se ve claro el premio y la ganancia que tienen los que le sirven, ¿qué será en la otra?

 

NOTAS CAPÍTULO 21

Ultimo capítulo del tratadillo dedicado a exponer los grados de oración (cc. 11-21). Suavemente la exposición doctrinal se vuelve autobiográfica. En el presente capítulo se funden esas dos líneas, teórica y narrativa-testifical. Este 4º grado de oración se identifica con la experiencia mística que "ahora" vive la autora (cf. n. 11), y cuya narración reanudará en el c. 23.

1 Acabando en lo que iba: reanuda el tema de los efectos y el estado correspondientes al 4º grado de oración. Comenzó a tratarlo en el c. 19, n. 1. Volvió sobre el tema fragmentariamente en el c. 20, nn. 7 y 23. - Ahora comienza aludiendo a una afirmación del c. 19, 2: "allí no hubo casi consentimiento...". - El sentido de la primera frase es: Dios "no ha menester en este estado místico consentimiento del alma".

2 Con idéntica afirmación había concluido el c. 20: Ya tiene "los ojos abiertos para entender las verdades". "Subida a esta atalaya (desde) donde se ven verdades" (n. 5).

3 Es decir: "estar totalmente engolfada" en él.

4 Decir a voces, o bien "dar voces": es deseo suyo reiterado y mal reprimido. Ver c. 16, 2; 20, 25... O la Rel. 1, 5, poco anterior a Vida.

5 Es decir: me dan tan grandes ímpetus, que me deshacen.

6 "Yendo a la fundación de Toledo en 1569, y pasando por la Corte, hizo la Santa llegar a Felipe II, por medio de la PrincesaDñaJuana, algunos avisos que impresionaron vivamente al Rey, quien mostró deseos de conocer personalmente a la célebre fundadora. Aún no se tiene noticia segura de si llegaron a verse; pero el Rey prudente hizo siempre mucha estima de la Santa y la favoreció no poco para llevar adelante su obra de reformación" (P. Silverio).

7 Alusión a una creencia popular antiquísima: de la muerte de César cantó Virgilio que el sol "caput obscura nitidum ferrugine texit". Y casi en tiempo de la Santa se divulgó el rumor de una horripilante lluvia de estrellas en la muerte de Felipe el Hermoso (1506). - Sigue una alusión a Mt. 27, 45.

8 Alude al P. García de Toledo, a quien ya ha incitado a "romper" o "quemar" las páginas atrevidas (cf. 7, 22; 10, 7; 16, 8; 36, 29; epíl. n. 2).

9 Como digo: cf. n. 1 y cap. 20, nn. 22 y 26. - La frase no hace nada equivale a "no le cuesta trabajo", "no precisa esforzarse". Acentuando el factor pasivo de esta situación, dirá en el n. 11: ni me parece... hago casi nada de mi parte. - Ve claro que no es todo nada: hoy decimos sin la negativa: "que todo es nada".

10 Cornado: moneda de vellón que corrió desde el tiempo de Sancho IV de Castilla hasta los Reyes Católicos, llamada así por llevar grabada una corona (coronado). Por su ínfimo valor (según Cobarruvias, "tres cornados valían una blanca"), pasó a significar "cosa de escaso precio". - La Santa usa también "cornadillo" (cf. carta del 6 de julio de 1568), y más frecuentemente "blanca" (Fund. 3, 2; 21, 2; 24, 17, etc.).

11 Cf. c. 1, 4.

12 Alude al anhelo de San Pablo en Rom. 7, 24 (cf. 20, nota 57).

13 Ha dicho reiteradamente las dos cosas: "dar voces" (ver nota 4) y "pedir libertad" (c. 20, nota 57).

14 Frase anacolútica: parece ser que la Santa la truncó de intento con dos fuertes trazos de pluma, pasando sin más al período siguiente. Fray Luis la enmendó en parte: "pues dicho he ya..." (p. 250).

15 Memoria de telaraña: recuerdo de faltas propias (cf. c. 19, 2; 20, 28). - En el autógrafo: hay, en lugar de haya. Trascribimos como fray Luis (p. 250).

16 O sea: "No digo que... no llegarán, con hartos trabajos, a la perfección...". - La terna "principios y medios y... perfección", alude a las tres etapas de la vida espiritual, tradicionales entre "los escritores de oración" (cf. c. 11, 3; 12, 2, nota 8).

17 Es decir, por qué a veces Dios da gracias místicas a quien está menos dotado de virtudes y méritos... Compárese con San Juan de la Cruz, Subida 3, 42, 3: "porque estas mercedes hácelas Dios cuando y como y donde quiere...". Cf. Rom. 9, 15-16.

18 Tratará de ello en el Camino. El c. 16 se titula: "... cómo es posible algunas veces subir Dios un alma distraída a perfecta contemplación...".

19 Cf. c. 19, nn. 6-10; y c. 18, 4; c. 10, 4.

20 No es ya parte... para tornar a vivir: no es capaz, no puede concurrir a... (cf. 19, 2 nota 4; 20, 7).

21 Es decir: "y siempre sin cruz". - En la frase siguiente: parece, en acepción de aparecer, ser vista. Y "están", por "está", esto es: "cuando se deja ver de los que la tratan, está muy en la cumbre; desde a poco (en breve) está mucho más mejorada...".

22 Asistentemente: con especial asistencia divina: la explicación de este término se da en el n. 11.

23 Antes, muy usado por la Santa en la acepción de antes bien (cf. n. 10). - Todo el período que precede es de sentido difícil, por los incisos, los cambios de número y aun de sujeto: "... me parece que ... almas a quienes (transposición) yendo con humildad y temor (y) entendiendo siempre (que es) el Señor mismo (quien) lo hace y nosotros (ellas, las almas) casi nonada, que (redundante) se podía(n) poner entre cualquiera gente: aunque sea (la gente) más distraída y viciosa, no le(s) hará al caso... antes las ayudará... - El como he dicho, alude a lo afirmado al fin del n. 10.

24 Sea alguna parte: contribuya algo (ver nota 20).

Capítulo 21
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